La quimera
que con mis propias manos podría el sol tocar;
como los niños iba, por la tierra redonda,
persiguiendo, allá lejos, la quimera solar.
Estaba a igual distancia del oriente de oro
por más que siempre andaba y que volvía a andar;
hice como los niños: viendo inútil la marcha
cogí flores del suelo y me puse a jugar.
Autor(es): Gemma Humet