Mujer caminante
que lleva en la boca rumores del monte,
de tanta lluvia que espera,
sus ojos se vuelven sal.
Viene de soles y espinas,
castillos de ancoche bordando represas
y los macabros desmontes
desangran su corazón.
¡Ave! Mujer de la greda
gritando el silencio de tantos calores
en una siesta rojiza
la sombra se le extravió.
¡Salve! Mujer caminante,
mistoles y pumas te cuidan la senda,
madre de todas las lluvias,
regame con tu color.
Hambre, plegarias y lunas
repican al grito de viejos colcoles
y en novenarios de arena
Autor(es): Raly Barrionuevo