Vieja casona del bajo


Esa tapera de ladrillos alguien me ha dicho que fue ayer
lugar de danzas y hasta pudo ser
donde nació el romanticismo de aquel viejo neuquén.

Y el bandoneón rezongador de don ferreyra era de oir
como un rumor madrugador en la cadencia de un schotis.
Y algún cantor del amanecer, dejó su voz
y en la ventana tal vez había un clavel.

Suelo sentir al pasar llorar de solo el antiguo parral
sobre la pena del patio que ahogan los yuyos de la soledad
y alguna escena de antaño como entre sombras parece vagar,
mientras en la calle gris pasa la ciudad.

Solo la luna de éste tiempo sobre el tapial se asoma a ver
y por su luz vuelve a florecer
como el amor la madre selva de aquel viejo neuquén.

Aún por la brisa sabe andar como un susurro del ayer
el ritmo suave y nocturnal en la cadencia de un schortis.
Pero el cantor desde el tiempo aquel
no volverá a la ventana que perfumó el clavel