Equilibristas del mundo, ¡uníos!
El olfa aplaudió su traje,
y el rey estaba desnudo.
Díganme cuál de los dos
era el vero pelotudo.
Mirá que salir en bolas
con un traje trasparente.
Uy, qué afán de presumir
y de impactar a la gente.
Hay quien vende hasta a su madre
por tener un mango más.
Hay quien lucra de abstinencia,
de manso no te metás.
No creo en el blanco y negro
de valientes y cobardes.
Yo en el centro, en equilibrio,
si es posible sin alarde.