Marihann


Niña, humilde bailarina
sin quejarme me acerco a
tu rabo de riquezas
y me enseñas canales de fuerza,
miles de antenas sin quejarte
siquiera de austera.

Comprendo, me cuesta, lo entiendo,
no fijas errores sin saltos
campeones de selvas inciertas.

Así veo que tus pensamientos dorados
no existen ni están ni un lado.

Tu norte no alcanza en el mapa,
María,
de amores sin trueque ni alarmas.

El perfume que tu vida brota
no extraña caricias,
ni teme a los dragones
y trenza a la raza.