La taberna de los trolls
“Una noche iba andando,
yo venía de beber.
Dando tumbos iba por las calles,
era hora ya de volver.
Pero cuando quise darme cuenta
muy tarde era ya:
mis pasos me habían llevado
a otro lugar.
Era una taberna oscura,
me miraban terribles criaturas,
grandes como una roca
y con la mirada oscura.
En sus ojos tosquedad,
y en su rostro la maldad.
Eran más de veintidós
en la taberna de los trolls”.
TROLL:
“Ese extraño humano nos miró,
aún sin comprender
quiénes éramos y qué hacíamos
en aquel lugar”.
“Somos trolls”, le dije, “y esta es
la taberna do cada mes
nos juntamos para beber y pelear
y después salir a cazar”.
JOVEN:
“¿Y qué es eso que cazáis?,
me gustaría a mí saber.
Si algo yo pudiera hacer
encantado os ayudaré”.
TROLL:
“Sí que puedes ayudarnos:
venga, quédate parado,
¡porque lo que más nos gusta
es cazar seres humanos!”.
JOVEN:
“Y los trolls vinieron y me atraparon,
me ataron sin piedad,
y entre risas me lanzaron
a un caldero hirviendo ya”.
TROLL:
“Esta noche lo vamos a gozar,
tenemos comida para reventar.
Coge tu jarra y bebe hasta el final,
pues la fiesta acaba de comenzar”.
JOVEN:
“Cuando comenzaba a hervir,
y a sudar, y a sufrir,
pronto y sin saber por qué
de golpe me desperté.
Todo había sido un sueño
irreal como un espejo.
Había bebido mucho
y no existía troll alguno”.
TROLL:
“Al final dejamos que aquel humano
escapara vivo de allí:
era tal su delgadez
que poco de él se iba a comer.
Le hicimos creer que en realidad
todo había sido un sueño fatal,
pero vigilad porque los trolls
seguimos cazando y te puede tocar…”.