Para curar


Vino un colibrí
aleteando tristezas,
se acercó hasta mí
coloreando mi soledad.

Vino un colibrí
compartiendo sus penas,
vino un colibrí
para juntos llorar.

La inmensidad diminuta y tan bella
como una enredadera
envolvió las ausencias
que dolían acá.

Y es que quizás
la tristeza es perfecta
cuando un ave pequeña
aparece traviesa
para curar.

Vino un colibrí
y se posó en mi alma vieja,
con sus alas de abril
pudo hacerla por fin jugar.

Vino un colibrí
y las heridas más cruentas
las hicimos tan nuestras
que pudimos volar.

En la inmensidad que diminuta y tan bella
como una enredadera
envolvió las ausencias
que dolían acá.

Y es que quizás
la tristeza es perfecta
cuando un ave pequeña
aparece traviesa
para curar.

Vino a mí un colibrí
y con él vida nueva.


Autor(es): Mario Ramírez