De mis propios ojos
Puedo escribir
de mis propios ojos
la línea de tu mano
acariciando mi rostro.
Puedo dibujar
en un sinfín de silencios tiernos
el punto exacto dónde se cruza
tu suspiro con el mío.
Qué casualidad,
qué casualidad que empezaras a existir
en el instante en el que empecé a nacer,
que seamos capaces de pestañear a la vez.
Puedo respirar
los versos que tu piel me calló,
arrancarle al viento
los que tu alma me negó.
Pero dime,
dime a donde vas
mientras parpadeas,
a qué reino misterioso,
si es una cárcel o un campo,
si es por un brujo o un mago
que desapareces,
si es en águila o en preso
en que te conviertes.
Dime, dímelo,
que ya me pierdo
en tu laberinto...
Qué casualidad
que seamos capaces
de pestañear a la vez.
Autor(es): Isabelle Laudenbach