Los días de azahar


Mira hacia ese balcón
ya no hay toldo, ya no hay plantas
haciendo de tapiz.

Hay esa habitación
donde andaba por las ramas
leyendo a Tintín.

De cuando corría manchado
y todo estaba por jugar.
El tiempo acababa en un grito
por la ventana: ¡sube a cenar!

Las calles mercromina, todo se curaba,
la luz no se podía medir.
El mar era un juego en el que saltaban piedras,
cualquier merienda era un festín,
de verdad.

Viento en el callejón
donde un beso sonrojado
era tocar el sol.

Mira, aquí aprendí yo,
este patio era de piedra
y mis rodillas, no.

Las noches fuera y vecinos,
casas viejas y un solar,
luchando contra enemigos
acabados de imaginar.

Las calles mercromina, todo se curaba,
la luz no se podía medir.
El mar era un juego en el que saltaban piedras,
cualquier merienda era un festín.

Es aquí,
donde siempre espera alguien
cuando se hunde lo demás;
donde un día me hice grande
y me enseñaron qué es llorar;
donde el tiempo se hace corto
y pides un ratito más.
Nunca falta un poco de aire fresco
y algo que tomar.
Hay un sitio donde puedo revivir,

¡LOS DÍAS DE AZAHAR!


Autor(es): Dani Tejedor