Te Llamaremos Bandoneón
Tal vez un viejo sacritán se reviró con su sermón
de compadritos y arrabal y le mandó la inquisición,
y se piantó de polizón oyendo el canto de la mar
y en su destierro se olvidó del alemán.
Un barco lo dejó varado en el umbral
de un ispa cafetín con sueños de percal.
Un tano de acordeón y un ruso de violín
le hicieron con unción un alma de escarpín.
Lo bautizó el esplín en charcos de malbón.
Al hombre gris de la ciudad lo fue metiendo
en su pulmón
y Dios le dijo al despertar
Te llamaremos bandoneón
Su negra tos de callejón lloró una curda de alquitrán
goteándole en su corazón su soledad.
Un barco lo dejó varado en el umbral
de un ispa cafetín con sueños de percal
y al verse el bandoneón de piel y lagrimal
a un gordo bonachón y a un Astor sideral
les hizo un berretín y un cielo de gotán.
Autor(es): Alejandro Szwarcman, Oscar Pometti