Marco Antonio, Cleopatra y César


(INTRODUCCIÓN)

Poeta:

Oh, Vilgilio, oh, Vilgilio... La sublime inspiración llega a mí. Escucha, escucha:

"Yo a los palacio subí,
bajé al vulgo raras vece,
hasta el infierno llegués
y heme aquí sobre mis pieses".

¿Está bonito, eh, eh?

Virgilio:

Je je... Ya se acercan, oh poeta, los primeros condenados...

Poeta:

Eh, ¿qué te pareció el poema?

Virgilio:

Digamos... desafortunado.

(CANCIÓN)

Marco Antonio:

Cleopatra, ven,
ay, a mi vaivén,
oh, linda flor,
ven a mi cachumbambé.

Cleopatra:

Déjate de boberías,
Marco Antonio, por favor,
que un hombre ya de tus años
no resiste agitación.

Los buenos tiempos pasaron
y sólo te queda hoy
el casco, la mala idea
y algo de imaginación.

Marco Antonio:

Pero Cleopatra, ven,
ay, a mi vaivén,
oh, linda flor,
ven a mi cachumbambé.

Cleopatra:

Dichosos aquellos días
en que era yo del amor
no sólo la más experta
sino la más bella flor.

Pero el mundo va adelante
y con toda mi experiencia
no entiendo nada de nada
de las cosas que hoy inventan.

Narrador:

Que ahora es un aparatico,
se aprieta un botoncito,
te sale una manito
y, cuchi-cuchi-cuchi,
qué barbaridad.

¡Está bueno ya!
¡No inventen más!
¡Ya, ya!

Ya se inventan artefactos
de vicio y de placer
que no los ha soñado
ni el mismo Lucifer.

Y de pornografías
publican revisticas
para que se entusiasmen
todas las parejitas.

Y se lo digo ahora,
el mundo está muy mal,
conmigo que no cuenten:
yo sigo al natural.

Marco Antonio:

Cleopatra, ven,
ay, a mi vaivén,
oh, linda flor,
ven a mi cachumbambé.

Pero, Cleopatra, ven,
ay, a mi vaivén,
oh, linda flor,
ven a mi cachumbambé.

Cleopatra:

Yo, para serles sincera,
todo está tan corrompido
y me ha dado tanto miedo
que pedí ya mi retiro.

Marco Antonio:

Pero, Cleopatra, ven,
ay, a mi vaivén,
oh, linda flor,
ven a mi cachumbambé.

Cleopatra, ven,
ay, a mi vaivén,
oh, linda flor,
ven a mi cachumbambé.

Cleopatra:

Yo soy Cleopatra,
Cleopatra (...).

(GUAGUANCÓ)

César:

¡Llegué!

Coro:

¡Llegó, llegó, llegó, llegó, llegó!

César:

¡Olé!

Poeta:

Virgilio, Virgilio...

Virgilio:

¿Eh?

Poeta:

Y este, ¿quién es? Con corona, ¡y con diadema!

Virgilio:

Un emperador de Roma, que tiene pues... su problema.

César:

Vamos a ver, señores,
si se organizan, que ahora ya llegué yo.
Me llamo Julio César,
para que sepan, y soy emperador.

Las mujeres se mueren
por abrazarme cuando me ven llegar,
todas enamoradas
por mí suspiran cuando me ven pasar.

Coro:


Y los hombres, ¿qué?

César:

Te digo después.

Coro:

Y los hombres, ¿qué?

(TANGO)

César:

Mi perdición, mi pasión
y mi única ilusión
son los hombres.

Coro:

Son los hombres.

César:

Una espina clavada
dentro de mi corazón
son los hombres.

Coro:


Son los hombres.

(CHA CHA CHA)

Cleopatra:

Yo te lo dije, Julito,
que no pierdas la cabeza,
que, ¿quién ha visto una loma
con delirios de grandeza?

Con las posibilidades
del mundo de hoy, a la vista,
ya puedes ser proxeneta
y también ser transformista.

(GUAGUANCÓ)

César:

Detente, detente, detente...

No confundas las cosas,
querida reina, y acuérdate que yo
de todas las mujeres soy el marido
y de los maridos soy...

Coro:

Los maridos, ¿qué?

César:

Te digo después.

Coro:

Los maridos, ¿qué?

César:

Ay, te digo después.

César:

Te digo después.

Coro:

Los maridos, ¿qué?

Coro:

¡Eso está muy feo!

César:

Yo apunto y banqueo.


Autor(es): Alejandro García “Virulo”

Canciones más vistas de