La palliri


Que trabajo más simple que tiene la palliri
Sentada sobre el cáliz de su propia pollera,
elige con los ojos unos trozos de roca
que despedaza a golpes de martillo en la tierra.

(Un silencio nocturno le trepa por las trenzas
y oscurece la arcilla de sus manos morenas.)

Que inútil que sería decir que en sus miradas
hay un pozo de sombra y otro pozo de ausencia;
que pudo ser pastora de las nubes
y se quedó en minera,
que pudo hilar sus sueños por las cumbres
viendo bailar la rueca.

La palliri no canta
ni tampoco hila sueños.

La mirada en la tierra
y en la cabeza el cielo
de mañana y de tarde
busca solo el silencio,
y cuando está a su lado
lo quiebra contra el suelo.

Y no sabe que aratoss, entre sus brazos recios,
se le duerme el martillo como un niño de hierro.