Creo en la gente


Creo en la gente porque sé que el día
no ha de brillar entero sin su canto.
Y porque sé que hay una vida buena,
creo en la madrugada de sus pasos.

La gente está naciendo en cada grito
de ávido pan, con músculo cansado.
Está creciendo en cárceles y en surcos
o cuando cae al pie de los andamios.

Lleva su pecho avizorando rosas
que han de teñir de música sus manos.
Armada de dolor avanza y sueña
presintiendo un futuro en sus costados.

Aquí en las calles andan sus latidos
multiplicados más allá del árbol,
espalda al sol o al borde de las fraguas.
En multitudes que se están buscando.

He de creer en su esperanza rota,
en su esperanza sana o en su llanto.
Ella levanta sobre la miseria
la presagiante aurora del trabajo.

Creo en la gente porque sé que el cielo
se abre en la sed de tantos ojos claros,
en el tesón de aquellos que han creído,
en el sudor de los que todo han dado.

Porque ella lleva la semilla nueva,
trae la luz y el hierro rescatado.
Y porque sin su brazo milagroso
no ha de haber pan, no de clavarse un clavo.

Creo en la gente porque sé que el día
no ha de brillar entero sin su canto.
Y porque sé que hay una vida buena
creo en la madrugada de sus pasos.


Autor(es): Héctor Negro, Javier González