Alma tanguera


Sollozar un bandoneón se oye a lo lejos
y, amurada, triste y sola, la pebeta lo escuchó
que el rezongo de aquel fuelle le recuerda
otra noche de garufa que a un otario se entregó.
Engrupida por la biaba de aquel chorro,
fue a perderse donde tantas minas van...
¡Pobre grela! ¡Que a la luz de un farolillo
siente suya toda el alma del gotán!

Por un chamuyo
fue la percanta quien se perdió.
Y por un gavión fulero
¡a su viejita abandonó!
Notas de un fuelle que embriagaron
su pobre almita, llorando están...
¡Por las venturas que se ausentaron
entre los sones de aquel gotán!

Conventillo milongón. ¡Barrio Piñeyro!
De tus calles papirusas la grelita se alejó
y en el centro vive ahora; con sus trapos,
sus alhajas, sus amantes; ¡aunque ignora qué es amor!
Mas, de noche, en la cortada, se asegura
que la han visto sollozar con hondo afán...
Y es que en medio de sus lujos ella añora
su pasado, ¡que fue el alma del gotán!


Autor(es): Rosendo Llurba, Carlos Marcucci