La conocí en un baile


Arrebatando al velo del olvido
el pasional recuerdo de una fiesta,
quiero cantar, amigos de la orquesta,
el tango triste que empiezan a tocar.
Una mujer se eleva a sus compases,
sobre el despojo de ilusiones rotas:
la conocí en un baile, entre las notas
del tango triste que hoy vuelvo a escuchar.

¡Noche alegre que estás a la distancia!
Pleniluinio, testigo de mi dicha...
Juramentos, emociones y esperanzas...
¡Todo vuelve en la fragancia
de esa música de amor!
Y me encuentran vencido y solitario
en mi noche que no tiene luz alguna...
¡Fue tan breve mi fortuna
como el cambio de una luna
desteñida en un menguante de dolor!

La trajo un tango al ansia de mi abrazo,
y cuando el alma me robó en sus giros
se la llevó otro tango en otro brazo
tras la elocuencia de un nuevo bailarín...
La conocí en un baile de una noche.
Me desairó en el baile de la vida.
¡Amigos míos... qué tremenda herida
estos compases me vienen a reabrir!


Autor(es): Francisco García Jiménez, Alfredo Mazzeo