Aquellos ojos


Aquellos ojos, vuelven
del fondo del pasado,
con fulgor
de errantes fuegos fatuos
sobre el muerto amor...
Ayer, estrellas de oro,
o cielos transparentes,
o mares imponentes,
o abismos de emoción...
Hoy, tristes y otoñales
paisajes de neblina,
tono gris
de la melancolía
y el marchito ayer.
Espejos empañados:
mirándome en sus lunas,
la mueca sin fortuna sólo soy,
de la que quise ser...

¿A qué novia irreal,
que en la pena sumí,
pertenece el mirar
que me agobia?...
¿Qué tremenda crueldad
me señalan?
¿Qué infortunio causé
y no borré?...
Si me acusan de errar,
si me acusan de herir,
yo confieso, ante Dios,
que es así...
Sin herir, sin errar,
hoy sería feliz,
¡y no sé nada más que sufrir!

Aquellos ojos lloran
con lágrimas secretas:
un gotear
de gélidas lloviznas
sobre el corazón...
Me miran cien derrotas,
cien sueños incumplidos:
¡anhelos florecidos
y muertos en sazón!...
Vigías del insomnio,
fronteras de la sombra,
más allá
del tiempo y de la vida
que de mí se van...
Me esperan en las puertas
del último misterio,
sabiendo que ha de ir hasta su umbral
¡buscando la verdad!


Autor(es): Francisco García Jiménez, Anselmo Aieta