De otro fuego


El día se frotaba en las maderas
del muelle indescifrable de tu cuerpo,
el tiempo jugueteaba en tu tristeza
y el viento en las esquinas de tu pelo.
Y todo te empujaba hacia la puerta,
aquella que al cerrarse dice “nunca”,
aún cuelgan las guirnaldas de tu fiesta
del clavo más gastado de la luna.

La noche que mojaba tu partida,
con babas del colmillo de algún perro,
ponía en los andenes de tu herida
vagones que cruzaban los infiernos.
Después vendrá la noche más ceniza
jugando con los pájaros más negros,
el cuerpo de mi sed tendrá esta silla
y un vaso con alcohol será mi reino.

La tarde va soltando por las mesas
ramitas de los tangos que no ardieron,
con ellas el demonio frota ausencias
e inventa las batallas de otro fuego.
Ya sos un espejismo sin respuesta,
un patio proletario sin perfumes,
yo soy un cuervo azul hecho de arena
que el viento inmemorial al fin destruye.


Autor(es): Mariano Pini, Tato Finocchi