La sonrisa vertical


Si esto es más viejo que las tablas de Moisés,
que al propio Adán también lo tuvo a mal traer,
y no habrá en el mundo un hombre
que no tiemble y que se asombre
si en el aire flota tenue,
como un duende,
el perfume de mujer.

Ya con Cleopatra se hizo arte y seducción,
y de las cortes tema de conversación,
y aunque exista algún Patroclo
conocido es el piropo
que de yuntas y de bueyes,
no hay quien melle
las leyes del corazón.

Y aquí estoy para tu insomnio,
doble labio en el acoso,
entre fiebres y reposo,
en tibio cáliz de néctar celestial.
Con el hilo imperceptible,
araña alegre, araña triste,
aunque apriete, aún más insistes,
en la mágica sonrisa vertical.

Como una roja flor que sangra en el fragor,
y ahoga su sed libando en rítmico temblor,
primavera que no espera
y mientras tanto desespera
que se cumpla la condena,
alma en pena
en su íntimo rubor.

Y el mundo gira y guiña su ojo secular,
y siempre dos se necesitan al bailar,
y entregado al mismo tango,
noche y luna con su manto
al amor pone el encanto,
y el espanto
hasta el último compás.


Autor(es): Gabriel Grau