Como los nardos en flor


¡Tango! Mágica armonía
de pasional sentimiento,
que estuviste largo tiempo
como delito escondido;
surgiste predominante
del arrabal altanero
y como mago hechicero
todo el mundo has invadido.
La tristeza voluptuosa
de que te hallas saturado,
parece haber delirado
en la ausencia o el dolor,
y al compás de los acordes
que engarzan los bandoneones
se elevan los corazones
como los nardos en flor.

Vibra el alma como lira
de hondo sentimiento,
al místico sensualismo
de tu humana inspiración,
y sigue el pecho inflamado
por la suplicante queja...
mientras, muda, la pareja
baila un tango dormilón...


Autor(es): Eduardo Viera, Teófilo Lespés