Llegaste como un rayo deslumbrante de luz...
¡Yo andaba por el mundo sin amor ni quietud!
¡Mis ansias ya se habían refugiado
entre las ruinas de mi pasado!
Traías en tus ojos... en tus labios... tu voz...
la cálida promesa de un destino mejor...
mis manos y tus manos se encontraron
y nuevamente palpitó mi corazón.

Tú...
con la magia de tu amor y tu bondad...
Tú...
me enseñaste a soreir y a perdonar...
¡Ves...
yo era un grito de rencor
en el trágico final
de mi desesperación!
Ves...
todo aquello se esfumó
como brumas en el mar
al llegar la luz del sol...
Tú...
milagrosa musiquita de cristal...
Tú...
me enseñaste a sonreir y a perdonar!

Qué tristes eran todos mis momentos sin ti...
me ahogaba la tortura de rodar sin morir.
Cansado de mis penas y mi hastío
y de esos viejos recuerdos míos...
Tus besos... tus ternuras... tu emoción y tu fe
hicieron el milagro de borrar el ayer...
aquel lejano ayer ensombrecido
que nunca... nunca... nunca más ha de volver.


Autor(es): José María Contursi, José Dames