Trovas


Con tus ojos de arreboles
y tu corte de sultana,
pasás todas las mañanas
taconeando sin cesar
y al final que no comprendo
que en tus labios tentadores,
ha volcado sus amores
el alma del arrabal.

Cuando tu cuerpo se mueve
al compás de un tango lento,
suelta su melena al viento
con un aire encantador,
y tu cuerpo palpitante
marque el acorde pausado
mientras que cae desmayado
en los brazos de su amor.

Vos sos así, luz y vida,
del barrio donde te criaste
y en cualquier parte dejaste
un pedazo de tu ser,
si hasta cuando hablas parece
que lo hicieras con el fuego,
de la musa de Carriego
y el alma de Yacaré.

Yo te quiero así rebelde
como un torrente bravío
y porque tu amor y el mío
no se pueden separar,
pues cuando un dolor te invade
o te agobia algún quebranto
con las notas de mi canto
yo te quiero consolar.


Autor(es): Ángel Domingo Riverol, Guillermo Barbieri