El espejo de tus ojos


Ven, reclina tu cabeza
sobre este pecho que es tuyo,
quiero dormirte al arrullo
de mi amoroso latir.
Ven, que yo quiero mostrarte
lo que te adoro, bien mío,
deja ese ceño sombrío
que tanto te hace sufrir.

Deja las luchas del mundo,
ven, reconcentra tu vida;
por una senda florida
debemos andar los dos.
Si, cansada de sufrir,
busca tu pecho hidalguía,
yo te ofrezco el alma mía
donde tan sólo esta Dios.
¡Qué me importa que se mofe
este mundo indiferente,
que al sarcasmo ruin, hiriente,
me arroje la sociedad!
Yo te amo, yo te idolatro
como un lucero divino
que alumbrará el cruel camino
de mi oscura adversidad.

Yo quiero ser todo tuyo,
ocupar toda tu vida,
ser la prenda más querida
que tengas en tu existir.
Quiero sonreír si sonríes,
quiero llorar si lloraras,
implorar si tú imploraras,
si tú murieras, ¡morir!


Autor(es): Ángel Vargas, Mario Perini