Mar adentro (Navega mi velero)


Era
mi fiel compañera
la flor más linda
de la ribera;
por su hermosura
incomparable
se la llamaba
"La perla del Señor";
Era
la estrella querida;
brújula santa
de nuestra vida;
pero una noche, el mar
celoso de este amor,
bramando sin piedad
se la llevó.

Navega, mi velero,
que en el gemir del viento
escucho su lamento
como diciendo: adiós;
y si es que a la deriva,
nos lleva el mar bravío,
será, velero mío,
mejor para los dos.

Fiera
nos trata la suerte
porque afrontamos
la misma muerte...
pero ¡Qué importa!
si aquí en mi pecho
como tu quilla
me cruje el corazón;
Deja
que los aquilones
vayan barriendo
mis ilusiones...
Deja que brame el mar,
¡Ya todo se acabó!
y de la tempestad
me río yo.


Autor(es): Mario Battistella, Enrique Delfino