Venganza


Acercate mi alma... Siento que este frío
se mete en mi pecho como un ventarrón.
Abrazame fuerte, cariñito mío,
pa' morir pegao con tu corazón.
Quiero darte, vida, mi postrer suspiro
apretao al beso que me vas a dar...
¡Pucha, con la suerte!... ¡Cuanto más te miro,
más siento este nudo que me quiere ahogar!

No me dejes solo,
no te vayas mi alma...
dame un beso grande,
de esos que das vos...
No te quedes muda,
ni mirés con rabia,
¿no ves que me muero
sin perdón de Dios?
Vení, dame un beso...
¡Pucha... cómo sos!

Y ella, mientras tanto, con rencor salvaje,
se acercó riendo viéndolo morir.
“¡Cuánto mal me has hecho!” y, pa' más ultraje,
lo insultó sin asco pa' verlo sufrir.
“Esta es mi venganza”, gritó como fiera.
“¡Morís como un perro!... como lo que sos”.
Se llegó a la calle, sin mirar siquiera,
y siguió en la noche gimiendo la voz.


Autor(es): Luis Rubistein