Racconto


Horas que el alma llora
que busco ahora para volver;
lejos, están muy lejos,
como reflejos del tiempo aquél.

Apenas mi recuerdo las evoca, vuelvo a ver
la dulce calle del ayer.
Pero lo que yo quiero,
volver a cero, no puede ser.

El corazón
se iluminó en una esquina.
¡Mi caserón,
mi techo azul de glicinas!

Confabular
de quinceañeros domingos
para matar
al "once" bravo del gringo.

Y acomodar
el tango aquel en la boca
para nombrar
a la que esquiva y provoca.

Azul marino el callejón,
dorada la ilusión...
Vivir para después.


Autor(es): Margarita Durán, Carlos García