Rosendo


Parao en la esquina de un Pompeya viejo
un guapo escuchaba: Te quiero Rosendo...
Te quiero Rosendo.
Inmutable y serio con la vista fija mirando pa’ dentro
el guapo escuchaba: Te quiero Rosendo...
Te quiero Rosendo porque sos el macho, que me hizo hembra,
y, por esta vida que me crece adentro...
Después de un silencio la luna oriyera
mostraba la estampa del guapo Rosendo
con la vista fija mirando pa’ dentro,
prendió un cigarrillo, se arregló el sombrero
y como al descuido arrojó el cuchillo de mil entreveros
se fue con ella camino al misterio,
dejando la esquina de un Pompeya viejo
mientras escuchaba: Te quiero Rosendo...
Te quiero Rosendo.

Y en esa liturgia de tren y barrera, de farol y luna,
de perros y sapos, nació una leyenda...
Y el sur perdió un guapo.


Autor(es): Tito Reyes, Litto Nebbia