Esa es la puerta


Tú la conoces bien, esa es la puerta,
por ella penetraron tus angustias
aquella tarde que la hallaste abierta.
Hoy la puedes franquear con todo orgullo,
pues llegaste a servir y te vas dueña
más de lo mío, aunque, de lo tuyo...

¡Vete! y que dios te ayude, abre la puerta,
y si algún día tus sueños tienen frío,
piensa que, como ayer, estará abierta.
Y solo me hallarás, igual que un perro,
que busca la razon de sus ladridos,
para salir corriendo de su encierro.

¡Gracias!, por tu tristeza... no estás muerta,
y vives tan mujer como has vivido,
no me digas adiós... esa es la puerta.


Autor(es): Julio Martín, Armando Pontier