Te buscan


Me preguntan por vos, ahí en la puerta,
es un hombre sencillo y balbuceante,
tiene angustia y dolor en su semblante...
«Vengo a buscarla.», dijo, «Es mi mujer.»
Una linda pebeta de su mano
con tremenda inquietud me contemplaba,
Levantate y andá, no digas nada,
le prometí que irías a atender.

En fin, ahí tenés tus cosas en la mesa,
final de novelita simple y triste.
Dijiste que eras libre, me mentiste,
y yo no quiero cargo de conciencia.
En fin, resignación y hacerse el gil
si chilla el corazón.

Si pudiera confiar te arrancaría
con las manos en cruz sobre tu pecho,
la promesa formal que esto que has hecho
no volverá a mancharte el corazón.
Perdoná si no voy hasta la puerta,
y como hombre educao no te acompaño,
no quiero gratitud de ojos extraños
que me hurtarán los tuyos con razón.


Autor(es): Ernesto Cardenal, Antonio Nevoso