Dejala que se vaya


¡Dejala que se vaya! Ella sabe lo que hace,
pero que en su vida no vuelva a entrar.
Tendrá quien le dé lujo, sirvientas y porteros
abonos en los teatros y auto para pasear.
¡Dejala que se vaya! Con su loca fantasía
que venda sus caricias al mejor postor;
pero que no se olvide que ella es la madre
de esta criatura que es el fruto de un amor...

No llores más por ella,
sé fuerte y resignate,
echá todo al olvido,
y calma tu cruel dolor.
Si el hombre ha nacido
para el juego del destino.
¡Si una mala has echado!
¡otra buena encontrarás!

¡Dejala que se vaya! Si ella no merece
el calorcito santo de este humilde hogar.
Si todas son iguales, te juran que te quieren,
te besan como Judas y se venden por doquier.
¡Dejala que se vaya! En busca de otra vida
no ves que la malvada no tiene corazón.
Y llegará algún día, que volverá a tu lado
enferma y arrepentida pidiéndote perdón.


Autor(es): Nolo López, Andrés Melina