Gualicho de luna


Caminaba por las calles como un gato
y compraba sus zapatos
en la peor zapatería del lugar,
y tenía mil y un amigos de la noche
y subía a cualquier coche sin amor y sin piedad.

Él, en cambio, vida lábil y ordenada
la corbata que apretaba
se aflojaba solamente en el placard,
y portaba a su netbook compañera
que la amainaba la ansieta y la eterna soldad.

No tenía plantas, flores o animales,
ni esas cosas que, banales,
él nombraba como cosas sin valor.
Ella, en cambio, convivía con tres gatos,
cuatro perros y mil muertos
de su culo culebrón.

Para yupi no le dio la billetera,
para gato le sobraba corazón,
tan distintos, tan distantes,
ella en Venus, él en Marte
un gualicho de la luna y el amor.

Ella ahora anda siempre en zapatillas,
ha dejado las pastillas
y le está gustando el agua mineral,
él no limpia obsesivo los rincones,
ya no plancha los calzones y se ríe sin pensar.

Ella tuvo que enseñarle algunas cosas...
pero él le compra rosas
y ha dejado a los amigos de la web,
y en el dulce revoltijo del destino
con el guiño de la luna Buenos Aires que los ve.

Aprendieron pueden más las diferencias
que las tibias coincidencias
que te dejan sin crecer y sin pasión.
Ahora duermen todos juntos
con los gatos con los perros,
y los muertos que sonríen en un cajón.


Autor(es): Marisa Vázquez