Mala suerte


Hicieron mis manos, muy cerca a una loma,
un rancho bien grande de paja y terrón
y por las ventanas entraba el aroma
de los trebolares y el suave cedrón...
Debajo un viejo sauce corpulento
puse en mi guitarra mi acento triunfal
y mientras llevaba mis versos el viento,
me daba la luna su brillo lunar.

Todo fue un soplo, pues quiso el destino
que amara a una criolla más linda que el sol,
pero hubo otro gaucho del pago vecino
que la idolatraba lo mismo que yo.
De más, uno estaba, bien lo comprendimos
echamos la suerte para definir,
el alma en la taba con ansias pusimos;
yo estuve en la mala del juego y perdí.

Aquella derrota mató mi alegría;
me hundió el desencanto su fuerte aguijón
y fueron entonces más grises los días,
las noches más llenas de amargo dolor.
De noche ya casi ni cierro los ojos,
me paso pensando, ni sé lo que hacer.
Y es que son mis penas como los abrojos,
las llevo prendidas dentro de mi ser.


Autor(es): Eugenio Cárdenas, José María Aguilar