Alejandro Filio

Carta de un león a otro


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Perdona si te digo, hermano mío,
que ganas de escribirte no he tenido.
No sé si es el encierro,
no sé si es la comida
o el tiempo que ya llevo de esta vida.

Lo cierto es que el zoológico deprime
y el mal no se redime sin cariño.
Si no es por esos niños
que acercan su alegría
sería más amargo todavía.

A ti te va mejor, espero,
viajando por el mundo entero
por más que el domador, según me cuentas,
te obliga a trabajar más de la cuenta.

Tú debes entender, hermano,
que el alma tiene de villano:
al no poder mandar a quien quisiera
descarga su poder sobre las fieras.

Muchos humanos
son importantes,
silla mediante,
látigo en mano.

Pero, volviendo a mí,
nada ha cambiado
aquí desde que fuimos separados.
Hay algo, sin embargo,
que noto entre la gente;
parecen que vivieran diferente.

Sus ojos han perdido algún destello,
como si fueran ellos los cautivos.
Y sé lo que te digo,
apuesta lo que quieras,
que afuera tienen miles de problemas

Caímos en la selva, hermano,
y mira en qué piadosas manos.
Su aire está viciado de humo y muerte,
y quién anticipar puede su suerte

Volver a la naturaleza
sería su mejor riqueza:
allí podrán amarse libremente
y no hay ningún zoológico de gente.

Cuídate, hermano;
yo no sé cuándo,
pero ese día viene llegando.


Writer/s: Chico Novarro