
Décimas (33): Fingiendo pena y criterio [o Cuando me estaban peinando]
Cuando me estaban peinando
en un espejo de metros,
yo vi pasar un feretro
hacia el panteón desfilando.
Al tiro me fui contando
los coches acompañantes;
medito qu’es elegante
por sus flamantes coronas,
y por aquellas personas
de lujo tan resaltante.
Me amarro con prontitud
el moño con mucho acierto,
y en avisarle a Roberto
no me demoro un Jesús:
«¡Anda a mirar l’ataúd!,
que va cargando algún rico,
alcalde o alto milico
por sus coronas tan finas,
hermosas y purpurinas,
¡apúrate, cabro chico!».
«Espérenme en l’otra esquina
–nos ha encargado Cochepe–
y, por si tiene julepe,
conviden a la Corina».
Debajo de unas encinas
escrib’ el guardián del punto,
sin sospechar el asunto
que traman los palomillas
con la doliente familia
y con el pobre difunto.
Del coche que va a la cola
con su feroz parachoque,
se cuelgan los alcornoques
igual que tres cacerolas.
Están tocando victrola
al frente del cementerio;
nosotros con el misterio
seguimos tras el cortejo,
perdidos entre los viajeros,
fingiendo pena y criterio.
Bajan la urna plateada
con una calma absoluta;
las flores en esta ruta
van todas muy perfumadas.
Brilla la tumba escarbada
rodeada por los presentes
que hablaron pomposamente;
flamearon varios pañuelos,
y unas señoras con velo
llevaban oro en los dientes.
Writer/s: Violeta Parra