
Radio
Venerará el siglo 21 al zapatero de los cuerpos
no remodelados a golpe de bisturí,
sino con lezna y tirapié, miles de asesinados.
La ventana llora lluvia de maniquí
y llanto inverso de náyade, logia de hoguera.
A los asesinos les crecerán pimpollos
y la locura será un billete de tren,
Jesucristo al caribe de las uñas quemadas.
Porque no hay piedad en los corazones,
porque no hay piedad en los corazones,
porque no hay piedad en los corazones,
porque no hay piedad en los corazones ...
El mucílago flota libremente en las lágrimas,
no habrá adioses ni besos en la desaparición
del maldito tiempo al ser lagarto en otoño.
Volverán las resacas dolorosas seculares al espejo del infinito
en una centésima de segundo al ver que el amor se suicida
completamente solo en sobredosis de amargura.
No se puede cambiar la vida sin la radio de la muerte.
No se puede cambiar la vida sin la radio de la muerte.
No se puede cambiar la vida sin la radio de la muerte.
No se puede cambiar la vida sin la radio de la muerte.
No se puede cambiar la vida sin la radio de la muerte.
No se puede cambiar la vida sin la radio de la muerte.