
Adoquines Y Cornetas
He soñado tantas veces
navegar con un velero de verdad.
Ser amigo de los vientos,
de las olas, las gaviotas y del mar;
de la luna que me entrega su reflejo
como una diosa protectora.
He soñado algunas veces
que vivía en una granja avícola.
Las gallinas escuchaban las noticias
y jugaban al squash;
ponen huevos de colores
mientras cantan en un coro celestial,
es magnífico.
He soñado un par de veces
que habitaba en un castillo medieval;
que tenía una sirena,
la encontré en unos mares de coral,
malherida por las garras
de un gigante cormorán,
tuve que batirme con él,
con mi espada toledana,
en tres segundos
de noble lucha sin par.
He soñado con volver a ver un tren
de hojalata y de cristal,
que llegaba a la estación de las delicias
a la hora de cenar;
yo le daba la salida
en una orquesta con el himno nacional,
deslumbrantemente,
sentimentalmente,
gratis mente, mente.
Hace tiempo
que no sueño con fantasmas
de mentira o de verdad,
ni con túneles ocultos
en ciudades de hormigón y de metal.
Ahora sueño que dormía
como un tronco agotado de soñar,
con veleros,
con gaviotas,
con colores nuevos,
con castillos,
con sirenas,
con armadas invencibles,
con los mares de coral,
con acero toledano,
con cronógrafos de cuarzo,
con raíles oxidados,
con los trenes de Polonia,
con orquestas medievales,
protocolos Papandreu,
bosquimanos asociados,
adoquines y cornetas.