Los Sabandeños

Guacimara


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Recitado
Y cuentan que en esas luchas
con caudillos y piratas,
amazona singular,
al frente de su mesnada
arrogante se batía
la princesa Guacimara.

Y cuentan que era tan bella,
y cuentan que era tan brava,
y cuentan que tal hechizo
escondía en su mirada,
que más de un aventurero
quedó en las playas de Añaza,
cuando no herido del cuerpo,
herida de amor su alma.
Cuando no herido del cuerpo,
herida de amor su alma.

Recitado
Entonces,
entonces llegó el de Lugo,
y tras el primer esfuerzo
ineficaz que le trajo
la derrota de Acentejo,
armado en la Gran Canaria
con Guanarteme el converso,
volvió a la carga, y los guanches
a su empuje sucumbieron.

Ya la libertad perdida,
ya derrotado el empeño,
ya homenaje de adhesión
rinde a Lugo el tinerfeño.
Ya no más luchar de frente,
cara a cara y pecho a pecho,
ya el banote se quebró
del alcarabuzazo al fuego.
Ya la libertad perdida,
ya derrotado el empeño,
¡era para enloquecer
de horror y remordimiento!

Recitado
Beneharo enloqueció,
arrojó diadema y cetro,
y vagando por las cumbres,
anduvo de cerro en cerro,
espantando a los rebaños
con sus profundos lamentos,
gritos de rabia y dolor,
imprecaciones al cielo,
que en sus alas recogían
las águilas y los cuervos.

¡Guañoth!
¡Guañoth!
¡Guañoth!
¡Achamán!
¡Achamán!
¡Achamán!

Recitado
¡Guañoth!, ¡Achamán!, gritaba...
¡Achamán!, repetía el eco
de los profundos barrancos
repercutiendo en los senos...

¡Guañoth!
¡Guañoth!
¡Achamán!
¡Achamán!