Atardecer cordillerano


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Los últimos rayos
palidecen tras el sol
se escucha tan solo
de algún grillo la canción,
se cierra el capullo
enamorado de la luz
y el rocío crece en su color
las aves se van
a un nido de amor
donde todo es paz
en derredor.

Parece que por fin el cielo azul besara el ñirantal
y la quietud dulce y total quisiera sollozar.
La tarde se recuesta suavemente sobre el pastizal
y por la brisa llega ya la sombra nocturnal.
Moja un perfume del paico al pasar todo el misterio de la soledad
yo traigo el corazón donde aprendió a soñar.
La cordillera parece un altar que esconde apenas la luz que se va
y vuelvo por andar un sueño en libertad.

Hay como una mezcla
de tristeza y de color
un extraño duende
se aparece y con su voz
quiere descubrir
la melodía de la flor
y hace con la abeja
una canción.
Que como la miel
nos llegue el dulzor
simple, como simple es el amor.

Parece que por fin el cielo azul besara el ñirantal
y la quietud dulce y total quisiera sollozar.
La tarde se recuesta suavemente sobre el pastizal
y por la brisa llega ya la sombra nocturnal.
Moja un perfume del paico al pasar todo el misterio de la soledad
yo traigo el corazón donde aprendió a soñar.
La cordillera parece un altar que esconde apenas la luz que se va
y vuelvo por andar un sueño en libertad.
Y vuelvo por andar un sueño en libertad…

Letra y música: Marcelo Berbél.