
Llenos los bolsillos
La pillé desvalijándome del todo el corazón
y ya llevaba la capacha a rebosar
con algodones de paredes acolchadas
que puedo arrancar.
Se cansó de ver noches enteras
girando solo el timón,
y en cada vela pusimos a vigilar
a los gorriones que ahora anidan en su espalda,
que de mi boca echaron a volar.
Le abrió tantas ventanas que alumbró cada rincón,
vació a paladas la ceniza y decidió
ser la madera del callao que me soporte en cada resbalón.
Y así hice pie en albercas de miradas tuertas, de solo perder,
de aguadores que se tragaron las lenguas
y solo pudieron ver donde pisaban mis pies.
Recogió los tornillos, llenó mis bolsillos
y dijo otra vez: "no me seas pejiguero,
sabes que te quiero y vamos a vencer".
Aún la hizo más hermosa el querer
ir tapando la fosa que yo me cavé,
para un borrico bravo que esquivó los palos
para no aprender, de la mierda de arriero
sin camino bueno al que poder volver.
Y perdí la cabeza,
rebusqué en la maleza y allí la encontré,
durmiendo en bancos de niebla
que no impiden ver por donde pisan mis pies.
Recogió los tornillos, llenó mis bolsillos
y dijo otra vez: "no me seas pejiguero,
sabes que te quiero y vamos a vencer".
Aún la hizo más hermosa el querer
ir tapando la fosa que yo me cavé,
para un borrico bravo que esquivó los palos
para no aprender, de la mierda de arriero
sin camino bueno al que poder volver.