
Andarique
Estaba un día la reina
con zagalejo encarnado,
y vino el rey por detrás
y la reina ha susurrado:
estate quieto Andarique,
mi querido enamorado,
que dos hijos tengo tuyos
y dos del rey que son cuatro.
Los del rey montan en mula
y los tuyos a caballo.
El rey se quedó asombrado,
pensativo y enojado.
Y al bajar por la escalera
a Andarique se ha encontrado;
el rey sacando su espada
a Andarique ha amenazado.
Un día estando comiendo
la reina un suspiro ha dado.
¿Por quién suspira la reina
teniendo al rey a su lado?
Suspiro por Andarique,
mi querido enamorado,
y ahora te dejaré,
rey cobarde y malvado.
No me volverás a ver,
ni a mis hijos a tu lado.
Y aquí concluye la historia:
la reina se ha divorciado.
Se marchó con Andarique,
que era un buen republicano.
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