
Kobane
Bajo el Sol abrasador no solo arde su piel.
Seres de segunda, mercancía barata, desprecio y repulsa, huele a carne quemada.
Huellas en la arena, no se borran.
Disparos, rompen la calma.
Mujeres en tierra de hombres,
Suenan iguales sus armas,
La noche estrellada las protege,
Toman con fuerza sus vidas.
Plantan cara al destino,
No luchan ni mueren por mitos,
Nadie les dijo que pudieran volar,
Destrozan con fuerza sus yugos.
Tierra manchada de sangre, noches plagadas de fuego.
Cosificadas, desposeídas, crece su odio, crece su rabia.
Silencio, roto por gritos.
Codo a codo, combatiendo la tragedia,
Condenadas al nacer, condenadas a cazar.
Valientes milicianas, lucha interna, lucha armada,
Apoyo mutuo y alegría, son sus mejores armas.
Hombro con hombro, cara tapada.
Hombro con hombro, fusil en la espalda.
Hombro con hombro, pasión y decisión.
Hombro con hombro, rastro de llamas.
Con sus cadenas estrangularon al eterno opresor.
Ingobernables, abrazaron la eterna insurrección.
Huellas en la arena, no se borran.
Disparos, rompen la calma.
Tales fueron sus lágrimas que apagaron las llamas del infierno.