La leyenda de la monja
Venid aquí gente despierta, oíd este canto de amor
que es la historia truculenta de doña Padilla de Flor
Era de Alange donde no había más que colinas y matorral.
Si veis algún toro que pasa no agitéis el delantal.
Hay muchachas en Granada, las hay en Sevilla también
que a la primera serenata dejan su pañuelo caer
y gozosas se besarían con cualquier hidalgo galán
Si veis algún toro que pasa no agitéis el delantal.
Doña Padilla, siempre sola, nunca mantuvo esa actitud
pues no hubo doncella española que luciera mayor virtud
Lejos de los que perseguían vírgenes por el robledal
Si veis algún toro que pasa no agitéis el delantal.
Tomó el hábito en Toledo, causando a todos estupor
¿acaso al ser guapa no puedo, si me place, casar con Dios?
Que la llorasen no servía ni el soldado ni el colegial
Si veis algún toro que pasa no agitéis el delantal.
Fue al entrar en el convento que doña Flor se enamoró
de un orgulloso bandolero que un día allí se presentó
Pues en materia de osadía pierde el señor contra el truhán
Si veis algún toro que pasa no agitéis el delantal.
Él era feo: gesto grave, la mano tosca y no gentil
pero en el amor ya se sabe que hoy cotiza lo viril
Hay ciervas que reemplazarían al ciervo por orangután
Si veis algún toro que pasa no agitéis el delantal.
La monja osó, dice la crónica, citar a aquel hombre en cuestión
a los pies de Santa Verónica para pegarse un revolcón
a la hora en que los cuervos chillan ocultos en la oscuridad
Si veis algún toro que pasa no agitéis el delantal.
Pero una vez en la capilla, cuando al bandido ella llamó
entrando por su coronilla un mal relámpago la hirió
Dios castigó la rebeldía de quien se une ante Satán
Si veis algún toro que pasa no agitéis el delantal.
Así mandaba en el oficio San Ildefonso, padre abad,
que a fin de preservar del vicio a las novicias del lugar
por los conventos contaría siempre esta historia un capellán
Si veis algún toro que pasa no agitéis el delantal.
Writer/s: Victor Hugo, Georges Brassens
