La espalda del mundo
Qué culpa tuvo Andrés
de nacer en la miseria,
donde la vida vale
la piedra que rompa su fuerza,
donde la eterna infancia
de juegos y de sueños
se ahoga en rugido
intenso de la gana.
Repite el ciclo de vidas pasadas,
camina la senda tantas veces trillada,
de horizonte borroso,
de constante urgencia,
de anhelos no cumplidos,
de puertas nunca abiertas.
Tempranito se levanta
que no despunta aun el alba.
Jugando sube la cuesta
que conduce a la cantera.
Pica que pica,
trabaja que trabaja,
rompiendo con sus manos las piedras.
Mientras la arrastra para abajo
se pregunta qué carajo
hará alguien con tanta piedra;
que tiene que decirle
al hermano del Enano
que a él nadie se le chulea.
No tiene esquelas en los diarios,
ni gente de luto velará el difunto,
casi ya nadie tan siquiera va a llorarlo
de tan pequeño que es,
de tan y tan barato.
No hay declaraciones oficiales
ni banderas as media asta,
ni editoriales.
Nadie juzgará a los criminales.
¿Qué delito cometió Andrés
para estar condenado
a cargar piedras?
El delito de nacer donde nació,
en los jardines de basura
envuelto entre la mierda.
La faena solo acaba
cuando el sol se va.
Las manos llagadas
mañana seguirán.
Si nació para engrosar
la escalofriante cifra de la estadística,
el largo goteo de vidas anónimas,
de vidas en bancarrota,
situación de sinsabores
que lentamente ahoga.
Pero no se resigna
y muere y vuelve a vivir,
y vuelve a nacer,
renace para un día
el círculo romper.
No tiene esquelas en los diarios,
ni gente de luto velará el difunto,
casi ya nadie tan siquiera va a llorarlo
de tan pequeño que es,
de tan y tan barato.
No hay declaraciones oficiales
ni banderas a media asta,
ni editoriales.
Nadie juzgará a los criminales.
Writer/s: Sebas Redó