Décimas (26): Por ese tiempo, el destino
Por ese tiempo, el destino
se descargó sobre Chile:
cayeron miles y miles
por causa de un hombre indino.
Explica el zorro ladino
que busca la economía,
y siembra la cesantía,
según él lo considera,
manchando nuestra bandera
con sangre y alevosía.
Fue tanta la dictadura
que practicó este malvado,
que sufr’ el profesorado
la más feroz quebradura.
Hay multa por la basura,
multa si salen de noche,
multa por calma o por boche,
cambió de nombre a los pacos;
prenden a gordos y a flacos,
así no vayan en coche.
Tiritan en los hogares,
no duermen los habitantes,
en velas y delirantes
por si entran esos guardianes.
Ya van sumando millares
de justos y pecadores;
repletas son las prisiones,
se viv’ en un sobresalto;
y el presidente tan alto
detrás de las municiones.
Los niños ya no son niños,
son pájaros espantados,
le’ temen a los soldados
como a las bestias, en piño.
Este recuerdo me ciño
al centro del corazón:
concédanme la ocasión
para decir crudamente
que Ibáñez, el presidente,
era tan cruel como El León.
El que su puesto regía,
mañana ya no lo tiene;
el paco no se detiene
y andan matando a porfía.
Su sed le exige sangría,
persigue al que le da ganas,
el vendedor de avellanas
s’integra a la oposición.
Por eso es que a Anabalón
lo matan una mañana.