Salimos de un siglo podrido
por el odio y la estupidez,
la guerra, la sangre, la noche
y la ausencia de ternura.
Y las cosas no han cambiado
con el calendario:
aún sube un Calvario
más de media Humanidad.
A algunos les decía el corazón
o un cometa o un eclipse
que llegaba la Edad de Oro
o tal vez el Apocalipsis.
Pero tenían el presentimiento
enfermo de caries:
las fechas son arbitrarias;
el Universo, indiferente.
Sin embargo, la convención
es tan fuerte que me obliga
a caer en la tentación
de preguntar intrigado:
cuando esté a punto de irse al garete
el siglo que ahora bosteza,
¿habrá más grano que paja?
¿tendremos el vaso lleno o vacío?
Yo sólo puedo avanzar
que este siglo me matará.
¿La injusticia seguirá
abonando el fanatismo?
¿Conjugar el verbo amar
olerá a anacronismo?
¿Aún habrá vida en el mar
o será una cloaca?
¿Habremos hallado la forma
de domesticar el azar?
¿Morirán todavía niños
por petróleo, dioses y tierras?
¿Habremos utilizado las manos
o los misiles en nuevas guerras?
¿Habrán nacido nuevos caudillos
y flamantes campos de exterminio
para garantizar el predominio
de los lobos sobre los conejos?
¿Seguirán haciendo la ley
mercaderes y jefes de tropa?
¿Habrá aún algún rey
que no sea el rey de copas?
¿Existirán disidentes
o todos estarán conformes
con llevar grises uniformes
en los cerebros y los sentimientos?
Yo sólo puedo afirmar
que este siglo me matará.
¿Habrá sido ejecutado
públicamente el último artista?
¿Se atreverá algún chalado
a declararse anarquista?
¿Seguiremos envolviendo
los cadáveres con banderas?
¿Las ovejas votarán a las fieras
y los negros al Ku Klux Klan?
Entre ataques y cansancio,
¿podrá aún comprender alguien
las palabras que ahora os digo
o serán un puñado de cenizas?
¿Habremos podido proteger
cuatro migajas de belleza?
¿Seguirá la mezquindad
marcándonos ciega el camino?
Bien mirado, no sé por qué
hablo en primera persona:
no tendré el placer
de exprimir tanto el limón.
Incapaz de separar
las espinas de la rosa,
puedo saber sólo una cosa,
pero al menos la tengo clara:
La cantautora Judit Neddermann y el guitarrista Pau Figueres presentan un nuevo álbum conjunto, con doce canciones en castellano, catalán, portugués y francés, grabadas en directo en estudio. Entre ellas, una nueva versión de Vinc d’un poble con Joan Manuel Serrat y temas originales que combinan pop, folk, jazz y música popular brasileña.
El cantautor chileno Patricio Anabalón lanza el single Danza con la participación de Silvio Rodríguez, en una obra producida por Javier Farías y enriquecida con los aportes del Cuarteto Austral, Felipe Candia y otros destacados músicos e ilustradores; en un encuentro generacional de la canción de autor.