Barcelonas

Cuatro horizontes;
cuatro barras de humo,
gente rica, al norte,
al sur, la vida eterna;
La mar salada, al este;
al oeste, gente «charnega».

Barcelona, Barcelonas

Ciudad Condal
de imperios de vitrales,
ciudad viuda
de poder y de sueños,
rosa de fuego
de la revuelta obrera.

Ciudad vencida
por los caudillos más bárbaros.
Ciudad vendida
por sus hijos menos fieles,
blanca de día
pero de noche, roja.

Cada derrota, una fiesta,
cada fiesta, un pastel,
cada montaña, una virgen,
cada virgen, un cachorro,
cada deseo, memoria.
Toda memoria, añoranza.

Ramblas abajo,
la «tieta» pasea al perro;
Sant Jordi, el dragón,
el mafioso, el camello,
el gay, el gato,
y todos, el esqueleto.

Cuatro horizontes,
cuatro barras de humo,
cuatro esquinas,
cuatro reglas de añoranza,
cuatro barras de pan,
cuatro barras de sangre y rabia.

El puerto es un estanque,
el Tibidabo, un puño,
la Rambla, un perro perdido,
la gente, un río vencido.
De bien poco has hecho un mundo
y, de las piedras, ternura.