El gran varón
En la sala de un hospital, a las 9.43, nacía Simón, es el verano del 56.
El orgullo de don Andrés, por ser varón. Fue criado como los demás,
con mano dura, con severidad, nunca opinó.
Cuando crezcas vas a estudiar la misma vaina que tu papá.
Óyelo bien. Tendrás que ser un gran varón.
Al extranjero se fue Simón. Lejos de su casa se le olvidó aquel sermón.
Cambió la forma de caminar. Usaba falda, lápiz labial y un carterón.
Cuenta la gente que un día el papá fue a visitarlo sin avisar, vaya qué error.
Una mujer le invitó a pasar. Le dijo, hola ¿Qué tal papá?
¿Cómo te va? No me conoces, yo soy Simón.
Simón, tu hijo, el gran varón.
No se puede corregir a la naturaleza.
Palo que nace doblao, jamás su tronco endereza.
Su papá lo quiso educar, con mucha severidad
y Simón quiso navegar en su propia diversidad.
No se puede corregir a la naturaleza.
Palo que nace doblao, jamás su tronco endereza.
Y mientras pasan los años el viejo cediendo un poco.
Simón ya ni le escribía, Andrés estaba furioso.
Y por fin tuvo noticias. De donde su hijo estaba.
Su papá no olvidó el día de esa triste llamada.
En la sala de un hospital de una extraña enfermedad murió Simón.
Es el verano del 86. Al enfermo de la cama 10, nadie lloró. Se fue Simón.
No se puede corregir a la naturaleza.
Palo que nace doblao, jamás su tronco endereza.
Simón con su libertad buscó su propio camino.
Y Omar le quiso escribir esta canción a su amigo.