Marina Rossell canta Moustaki. Así se titula el nuevo disco de la cantautora Marina Rossell que acaba de salir a al venta. En un anterior artículo explicábamos el por qué y la atmósfera que envuelve al disco, por lo que nos centraremos ahora en detallar lo que se puede encontrar en este largo.
Dejando aparcado su anterior proyecto sobre los Clásicos catalanes, Marina Rossell nos muestra una nueva faceta suya e inédita por supuesto: La capacidad, tan legitimada por su extensa e impecable trayectoria profesional, de dedicar todo un proyecto discográfico a otro artista. Un hecho al que pocos cantantes se atreven. Y Marina Rossell, que ve materializado su proyecto después de casi cuatro años de preparación del mismo, no sólo se atreve con cantar canciones de su amigo y admirado Georges Moustaki, si no que las hace suyas adaptando todas las letras del francés al catalán y adaptando también toda la parte musical.
El disco contiene trece tracks y la dirección musical va firmada por el multiinstrumentista Eduard Iniesta, inseparable de la cantautora catalana, que ha hecho unas adaptaciones que sugieren un sublime intimismo y precisión. Completan el elenco de músicos Xavi Lloses (piano y melódica), Eduard Navarro (gida búlgara, tarota, fidula, baghet y grallas) y Antonio Sánchez (percusión). Las adaptaciones de las letras corren a cargo de Lluís Llach, Josep Tero, Pelai Ribas y Víctor Obiols, quienes han sabido, de manera excepcional, mantener e incluso potenciar la esencia romántica de la letra francesa.
Para este proyecto, Marina Rossell ha contado con la colaboración de Roger Mas (que pone la voz en el tema El carter) y de Paco Ibáñez, que presta su voz en Hiroshima —cantando en catalán— en el tema que cierra el largo, El metec y también tocando la guitarra en Sense anomenar-la.
Marina Rossell canta Moustaki se abre y se cierra con El metec, el célebre ya himno de Georges Moustaki y cuenta con canciones míticas del cantautor francófono como (por orden de aparición) Ma liberté (Mi libertad), Il y avait un jardin (Había un jardín), Ma solitude (Mi soledad), La mer m’a donné (El mar me ha dado), Danse (Baila), Les amours finissent un jour (Los amantes se aman un tiempo), En Méditerranée (En el Mediterráneo), Le facteur (El cartero), Hiroshima y Sans la nommer (Sin mencionarla).
L’ami de Marina Rossell
Y es en el track 12 (penúltima canción del disco) en donde encontramos, quizás, la canción más emotiva del disco. Nos explayamos por qué el hecho lo merece destacar en mayúsculas. Marina Rossell nos cuenta que a Georges Moustaki le gustaba mucho su canción Màrmara (1996). Él, a quien le gustaba tanto Estambul, le dijo que un día la adaptaría al francés. Dicho y hecho. Un día se presentó con la canción, que ha permanecido inédita hasta el momento. Y será, muy probablemente, la última canción que escuchemos de Georges Moustaki, ya que como indicábamos en un anterior artículo, el cantautor francés nunca más volverá a cantar.
Esta canción es grande en todos los sentidos. Si Marina Rossell tutea, con la máxima admiración y respeto, y homenajea a su amigo Moustaki; en estos tres minutos de track es su amigo Moustaki quien le rinde un sentido y emotivo homenaje. No sólo con Màrmara si no con sus dibujos hechos para Marina Rossell que muestran su gran humanidad hacia ella.
La dulzura de Marina
Qué mejor que acabar este artículo destacando el gran momento vocal que vive Marina Rossell. En este disco se puede apreciar perfectamente la comodidad de su voz en una tesitura media, con sus pocos pero dulces y agradecidos agudos.
En definitiva, si existe la belleza materializada, sin duda lo es este nuevo disco. Tener en tus manos el nuevo disco de Marina Rossell es como comprarte una caja de bombones para Navidad. Es deleitar trece bombones navideños bien lisos y sin ninguna imperfección, que al ingerirlos, su chocolate funde en tu interior dejándote un perfume de dulzura extrema.
Personalmente, les animo a compartir esa dulzura.
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