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Trovador emergente

Cesk Freixas: la voz de aquellos a quienes no dejan decir nada

por Xavier Pintanel el 24/04/2009 

La pretensión de Cesk Freixas —junto con otros como Feliu Ventura, Pau Alabajos, Meritxell Gené y VerdCel— es refundar la Cançó. Ayer se presentó en el CAT de Barcelona.

Si entendemos por “Movimiento de Nueva Canción” el surgimiento espontáneo y coincidencia en un mismo tiempo, lugar y entorno cultural y lingüístico de un número anormal de talentos, podríamos decir que en los años sesenta se gestaron tres de estos movimientos: en Chile, en Cuba y en Cataluña.

 

En Chile y Cuba, los referentes del movimiento fueron los viejos trovadores y la música popular. Fueron movimientos que nacieron desde las propias raíces para proyectarse al exterior.

 

En Cataluña, la falta de viejos trovadores y las prohibiciones del franquismo con respecto al uso y disfrute de una identidad propia, propiciaron la búsqueda de referentes exteriores con el fin de proyectarse hacia adentro, que es donde hacía falta. Lluís Serrahima en su manifiesto fundacional Ens calen cançons d’ara (Nos hacen falta canciones de ahora) ya proponía la Chanson francesa como modelo. Entonces se miró al Norte, “donde dicen que la gente es limpia y noble, culta, rica, libre, despierta y feliz”. Todo aquello que a nosotros nos faltaba. Pocas o ninguna vez se miró hacia el sur. En el sur estaba España y más allá, América, su Gran Obra. Durante aquellos años se asociaba España a franquismo y sólo un tiempo después nos dimos cuenta de este lamentable error. Al mismo tiempo que descubríamos que fue América la que hizo grande a España y no al revés.

 

Los tres movimientos se desarrollaron en paralelo y, al menos durante aquellos años, prácticamente inconexos.

 

En Chile se puede considerar el golpe de Pinochet como el principio del fin del movimiento. El resto se diluyó en el exilio.

 

En Cuba, si bien el movimiento sigue vivo y creciente, la incapacidad de los pupilos en superar a los maestros —si de esto trata la evolución— provocó no pocas frustraciones.

 

En Cataluña —no en balde es la tierra de Dalí y la cuna del surrealismo—entre todos lo matamos y él solito se murió. Veintitrés años de gobierno de derechas —paradójica y supuestamente nacionalista, actuando con la connivencia de la izquierda—, y luego cinco años más de una irresponsable y a veces insufrible izquierda, han dado buena cuenta de aquellos que no saben que quien se mueve no sale en la foto. Si a eso le añadimos un Estado Español de espaldas, cuando no en contra, y al ancestral auto-odio de los catalanes, nos encontramos frente a la “tormenta perfecta” que ningún frágil y viejo esquife es capaz de esquivar.

 

¿Para qué les cuento este culebrón? Pues bien: Es imposible explicar quién es Cesk Freixas sin contextualizar. Freixas forma parte de un colectivo de trovadores más o menos estructurado, formado entre otros por Feliu Ventura, Pau Alabajos, Meritxell Gené y VerdCel y su pretensión es refundar la Cançó.

 

En un entorno cultural donde tanto hemos hecho para desprestigiar la música de autor, donde se asocia cantautor con aburrimiento, donde hay que mirar ya no para Francia sino para los USA bajo riesgo de parecer anticuado, donde si no se añade una batería ensordecedora y unos importantes toques de rock y de pop no se es moderno, donde hay que negar tres veces el pasado y alejarse del concepto “protesta” o “reivindicación” no vaya a ser que te tomen por una momia de tiempos inmemoriales, ante todo esto y con estos antecedentes históricos, este grupo de trovadores quieren refundar la Cançó.

 

Y lo hacen sin complejos. Reivindican los términos “cantautor” y “canción protesta” con total convicción. Yo personalmente prefiero los conceptos “trovador” y “canción de autor”, pero por encima de todo admiro la coherencia y la valentía.

 

Tienen un discurso radical que es lo que toca a su juventud. Y reivindican y respetan su pasado —Serrat, Llach, Raimon, Ovidi— y miran hacia América sin ningún complejo: Víctor Jara, Silvio Rodríguez, Alí Primera, Alejandro Filio.

 

No lo tienen fácil. Tienen delante una España que los ve “demasiado catalanes” y una Cataluña que los ve “demasiado radicales”.

 

Ayer Cesk Freixas se presentó en el CAT de Barcelona en un concierto organizado por Omnium Cultural como clausura de la Diada de Sant Jordi. De entrada me sorprendieron dos cosas: primero, la gran afluencia de público no demasiado frecuente en un trovador joven, con el agravante de estar silenciado por los medios de comunicación. Segundo, la edad del público, tremendamente joven, señal de que la fórmula no está gastada y de que todavía no todo está perdido.

 

Cesk, que ayer cumplía los veinticinco años, tiene dos CD’s y una maqueta en el mercado. Su primer disco Set voltes rebel (Siete veces rebelde) ya apuntaba maneras que se han visto confirmadas con su más reciente producción El camí cap a nosaltres (El camino hacia nosotros). En la maqueta, titulada Les veus dels pobles lliures (La voz de los pueblos libres), versiona canciones de otros trovadores, desde Raimon y Ovidi, a Silvio Rodríguez y Daniel Viglietti. De esta maqueta recuperó ayer para el concierto la excelente versión de Resumen de noticias del trovador cubano, que Freixas titula He de partir-me en dos y cuyo contenido asume y suscribe en su ideario particular.

 

En Cesk todo es reivindicación. “Cantaré con la voz / de aquellos a quienes no dejan decir nada” dice en su canción Amiga, verdadera declaración de intenciones. Pero tiene un discurso pacificador y tolerante. Al tiempo que pide la independencia de España, saluda solidariamente al “pueblo de Castilla”. “Todo está por hacer y todo es posible” dijo Martí i Pol. Y Freixas contagia todo este entusiasmo y esta sensación de esperanza. Pareciera que estamos en los sesenta, pero sin embargo, tomando las formas del trovador tradicional al uso, Cesk Freixas renueva el lenguaje y moderniza la música —moderno no quiere decir rock—, es decir, sencilla y llanamente de hoy para la gente hoy. Es un trovador de los 2000 con la diferencia que ahora ya tenemos referentes propios y ningún complejo en asumir los ajenos, vengan de donde vengan.

 

Ayer, en el tiempo de los bises, le obsequiaron con un pastel de cumpleaños. Al soplar las velitas deseó “la independencia de los Països Catalans (forma como se denomina a los territorios de habla catalana) y socialismo”. Quizá nadie le dijo que los deseos expresados en voz alta no se cumplen. O es que quizá para que se cumplan hay que cantarlos.

 


© Xavier Pintanel






 
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