Arbolito con gusto a poco; Los Tekis a mucho, Mariana Carrizo, La Bruja Salguero y Marita Londra, el remanso y Pablo Lozano y Los Carabajal, la provincianía. Todo en la octava luna, a un paso del final.
Arbolito en la octava luna de Cosquín.
© Paul Amiune
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Una lluvia de papelitos de colores, y fuegos artificiales, más una bola de sonido que incluyó quenas, zampoñas, percusión, charango , guitarra, bajo, batería, arengas, gritos, aplausos, y voces al mango, terminaron por llevar a Cosquín, cerca de las tres de mañana y en la penúltima luna , a un trance ruidoso de difícil salida. Los Tekis tocaban sobre el escenario El Cucumelo, junto a la Bersuit Bergarabat y, como en otras noches de esta edición, todo iba más allá de la rutina que motoriza al festival mayor de folklore.
Los muchachos de Jujuy, comandados por Sebastián López y Mauro Coletti presentaron en la octava luna coscoína, su último disco Rock and Tekis (cuernitos incluidos), donde reversionan con ritmos folklóricos canciones del rock nacional y foráneo. Fue una hora donde la Plaza, casi completa (fue tercera la noche en cantidad de público detrás de Pintos y Rojas) se vio sumergida en trance descontrolado de carnaval del norte y rock and roll al palo.
Pero en la octava luna no todo fue ruido. Hubo un homenaje a las Abuelas de Plaza de Mayo, con la presencia de Estela de Carlotto; la salteña Mariana Carrizo abrió la noche con sus coplas, un homenaje al poeta Perecito (fallecido hace unos días), su simpatía y un contrapunto con el locutor Marcelo Iribarne que no tuvo desperdicio; Jairo entregó su presencia y su voz a canciones maravillosas y al homenaje a Leonardo Favio que suele hacer por estos días, en sus conciertos. Paula Basalo, su voz aterciopelada y Pablo Lozano el compromiso de ser uno de los pocos artistas que revaloriza en su voz la poesía de Córdoba. Los Carabajal y su provincianía a pleno, pero también el más allá de sus voces interpretando a Illapu, y la riojana “Bruja” Salguero, cantándole a la octava luna una de las mejores versiones de Grito Santiagueño, de Raúl Carnota.
Mas: Emerger, Marita Londra, y el remanso de su voz, contrario a Lázaro Caballero y su vehemencia, el humor de Chicharrón, Pueblo Nuevo, Silvina Nieto, y los formoseños de Quórum.
Mientras los murmullos de consagración enfilaban ya para el norte, los pibes de la escuela de música de Avellaneda coparon el escenario con su impronta folk rock, bien hecha. Canciones de Acá Estamos (Condenada Soledad, Sensaciones), su último disco y un cierre con Baila Baila junto al Ballet Amerindia, dejó sabor a poco en la prospero Molina.
La octava luna cobijó en su redondez, luces y sonidos del norte, el rock y el folklore bien hecho o de procedencia dudosa, y un remanso de coplas del norte, de cuyo, de poemas de la docta, y de provincianía santiagueña, estas últimas cosas sin estridencia, sin euforia, aún son el mejor remedio para las penas.
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