La cantante Ana Moura, una de las voces más prestigiosas del fado, asegura que el popular género portugués, que hoy conmemora tres años como patrimonio inmaterial de la humanidad, se define por la "interpretación del artista".
EFE - "En mi opinión, lo que convierte el fado en fado es la interpretación del artista, de quien lo toca y de quien lo canta", dijo en una entrevista a Efe la fadista reconocida internacionalmente y con más de cien mil discos vendidos.
Ana Moura, de 35 años, opinó que la interpretación es lo que más caracteriza y distingue el fado de otros géneros, y citó a Amália Rodrigues, (1920-1999), la mayor exponente de este género.
"Amália fue la expresión máxima del fado. Ella grabó un disco solo de 'standards' americanos, y podría considerarse fado porque era una fadista", declaró.
Ana Moura también da el ejemplo contrario: "Caetano Veloso, que es un intérprete increíble, al cantar fado, nos toca de una manera increíble, pero lo asociamos al fado y no a la interpretación de Caetano como fadista", dijo.
Sobre la conmemoración del tercer aniversario del fado como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, la cantante destacó la importancia del género como parte de la identidad y "bandera de la cultura portuguesa fuera de Portugal en los últimos años".
"En las giras internacionales, mucha gente me viene a decir al final de los conciertos que tienen ganas de aprender portugués y así conocer Portugal a través de la música", confesó la fadista, que ha actuado al lado de artistas de la talla del estadounidense Prince o los británicos de The Rolling Stones.
Hoy en día, el fado, "en evolución", es un género cada vez más apreciado y buscado por gente de culturas diferentes, apoyado por las nuevas generaciones de artistas.
"Hace algunos años se decía que el fado estaba de moda, pero yo creo que es más, el fado vino para quedarse", defendió Ana Moura, que ve en el exotismo, la melodía particular y la temática los atractivos del género.
"La particularidad de ser una música que dice tanto del alma atrae mucho", resumió.
El fado tiene su origen en el siglo XIX, como espejo de la identidad multicultural de la ciudad de Lisboa y, según algunos estudiosos, bajo influencia de la mezcla de ritmos africanos y de la música europea que se produjo en Brasil.
En el contexto del romanticismo, la nostalgia y la melancolía surgieron como temas recurrentes del género portugués, que se asoció a las capas populares lisboetas en los barrios a lo largo de la zona portuaria del río Tajo.
El término fado procede del latín (fatum), con el significado de destino y, a pesar de los primeros registros de esta expresión se remontan al siglo XIX, fue en el XX cuando se universalizó gracias a la aportación de la cantante Amália Rodrigues.
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